El beso del mono
Si besas al mono, cantará. Imagina por un momento que no es hoy si no un día del año 2600 antes de Cristo y te entregan uno de estos objetos. No sabes lo que es. Lo examinas. Al girarlo descubres que sus líneas incisas forman el dibujo de un monito que cuelga de su cola. Nunca has visto un mono, porque viven lejos, en la selva y tú estas en Caral, en el estrecho valle de Supe, en la costa peruana. Pero reconoces el dibujo porque, por razones misteriosas, es conocido en el arte de tu tierra. En lo que sería la boca del animal, hay un agujero. Pones tus labios sobre los del mono. Soplas. Y un sonido agudo, más de bestia que de humano, lo remece todo. Es así como descubres que tapando y destapando los dos extremos de ese tubo de hueso, puedes hacer música. Con hasta 8 notas diferentes Antes de ser una flauta, esa pieza sostuvo el ala de un pelícano. Un artista de tu tierra recogió el cadáver del animal, buscó uno de sus huesos huecos, cortó la medida que necesitaba, ...