Las cuatro manos de Kotosh

El sitio era acogedor, la gente de los alrededores, amable; no hacía mucho frío y el río Higueras (al pie de las excavación) tenía agua transparente. Seiichi Izumi pensaba que, en esas circunstancias, el rígido horario de trabajo que había ordenado para el grupo de arqueólogos que dirigía, se cumpliría sin inconvenientes. Le interesaba mucho que su equipo sea productivo. Solo iban a estar dos meses en el Perú y quería usar ese tiempo para hacer una cronología completa de los Andes Centrales en un sitio que nunca había sido excavado sistemáticamente (aunque Tello había hecho prospecciones ahí) en el viejo montículo de Kotosh . Pero ya desde el segundo día Izumi entiende que su misión enfrenta dos enemigos invencibles : El primero, el fuerte viento del este. Izumi incluso le pone un nombre: "El servicio regular" porque es extraordinariamente puntual: Todos los días arrancaba a medio día en oleadas sucesivas, derribando los trípodes, descomponiendo los montones de tierra exc...