Una botella wari
Parece de plástico, pero es de arcilla. Parece nueva, pero fue horneada hace más de 1000 años en el sur del Perú. Tiene eso que tiene la cerámica ceremonial de los wari: un acabado pulido, brillante, que no parece envejecer.
Aunque el origen exacto de la pieza se desconoce (pues ha pasado por varias colecciones privadas luego de ser saqueada en algún momento no registrado de los últimos dos siglos) no es difícil saber que es wari (por el uso del
color, con predominancia del ocre y el marrón como fondo, el delineado
de los motivos principales en negro, la forma, el diseño escultórico del
felino y el tipo de pasta). Se deduce también que procede de una tumba de la costa sur
(por los detalles de los dibujos abstractos de la pieza, de inspiración
nazca y el uso de la banda de chevrones en la parte superior de la
pieza).
Los
wari (600 - 1000) absorbieron algunas técnicas alfareras de sus
predecesores los nazca (0 - 700) como la de modelar tridimensionalmente
la cabeza de los personajes que querían representar y delinear el resto
de sus cuerpos solo con pintura o, como máximo, con sutiles
relieves. Es lo que pasa con este felino que parece sostener entre sus garras (tenuemente modeladas) dos
figuras muy estilizadas de otro tipo de animal (que ya se veía en el
arte nazca) en las dos paredes circulares de la pieza.
Parece ser la misma criatura (solo que en otra posición) que saca la lengua (otro rasgo que recuerda al arte nazca) que aparece en las dos estrechas paredes curvadas de la parte frontal y posterior de la botella.
La mezcla de esas con otras figuras y elementos (como los círculos blancos con puntos negros, que están en todo el recipiente y son iguales a los ojos de los animales estilizados; o como las "flores" sobre los "brazos" del animal principal) sugieren algún tipo de simbolismo que quizá un wari comprendería (como cuando los cristianos ven un nacimiento navideño y saben lo que significa) pero que para nosotros es, desgraciadamente, inaccesible.
La pieza forma parte de la colección de arte precolombino del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.
Texto de Pablo Ignacio Chacón
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