El Sacrificador Rojo
A pesar de sus proporciones humanas, el rostro y el hocico de este extraordinario personaje, son los de un felino. Mientras abre las fauces, entrecierra los ojos, como si estuviera lanzando un rugido. Ahora observen su regazo. Hay un hombre (¿o un niño?) tendido ahí. Como tiene los ojos abiertos podríamos suponer que está vivo... y bien despierto. Pero no puede escapar. Porque una de las manos del "monstruo" está sujetando sus cabellos. Y en la otra hay un objeto plano (un cuchillo) que se aprieta contra la garganta del pobre hombre.
No para que sea la primera vez que esta criatura hace estas cosas: En su vestimenta (a los lados, por detrás) hay cabezas humanas cortadas y hasta cuerpos colgados. Y eso no es todo. Si se fijan bien notarán que en la superficie de la escultura hay zonas coloreadas. Como si "algo rojo" se hubiera derramado por encima de la criatura. ¿Adivinan de qué se trata?
En el arte de las viejas culturas de los Andes Centrales, no era raro figurar seres sobrenaturales llevando cabezas cortadas o degollando personas (¿enemigos derrotados? ¿víctimas de sacrificio?). En la cultura Pucará (400 a.C. - 200 d.C.) en el altiplano del Collao, existen figuras que representan degolladores llevando cabezas humanas. Entre los paracas y, sobre todo, los nazca de la costa sur peruana (0 - 700 d.C.) las cabezas cortadas son ubicuas en el arte textil y cerámico. Los arqueólogos han encontrado incluso varias cabezas decapitadas auténticas enterradas en los templos nazca (como el de Cahuachi) en contextos rituales.
Pero durante el periodo Horizonte Medio (600 - 1000) encontramos imágenes más parecidas a la de nuestro "sacrificador". Los chachapumas de Tiwanaku (algunos de los cuales serían de origen Pucará), aunque de formas y estilos diversos, suelen mostrar felinos "sentados" con cabezas humanas cortadas sobre las rodillas. Uno de ellos, quizá el más famoso que se conoce, fue encontrado por los arqueólogos en un lado de la pirámide Akapana de Tiwanaku, cerca de restos claros de sacrificios humanos. Esa relación ¿nos dice algo sobre la representación de la pieza o será solo una coincidencia? En todo caso nuestra pieza tiene proporciones corporales y posiciones más parecidas a las que exhibe el arte wari.
¿Quién la hizo?
Y es que, salvo el extraño e inusual grosor de los párpados de la criatura, el resto de sus detalles sugiere que fue tallada entre los años 500 y 900, cuando las culturas Wari y Tiahuanaco se extendieron, respectivamente, por los territorios de los actuales Perú y Bolivia. La corona radiante tiene el estilo tiahuanaco tradicional (que los wari solían imitar) y recuerda lejanamente a la famosa figura central de la Puerta del Sol boliviana. En la vestimenta, además de cabezas humanas, hay diseños comunes al arte de ambas culturas (figuras de cabezas de animales incisas, cintas divididas en segmentos rectangulares, etc) pero la forma "desordenada" en que se distribuyen esos elementos hace pensar más en los wari que en los tianuanaco, cuyos detalles decorativos suelen ser mucho más simétricos y equilibrados.
Los curadores del Museo de Arte de Cleveland (que es la entidad que la custodia) le practicaron algunos análisis. La prueba de radiocarbono confirmó que la madera fue tallada entre los años 760 y 890 de nuestra era, fechas que coinciden con el final del período wari.
Aunque luce imponente es un objeto pequeño. ¡Tiene solo 11 centímetros de alto! No fue encontrado por arqueólogos (lamentablemente 🙁) por lo que no conocemos su contexto original, aunque se sabe de al menos tres piezas de proporciones similares en colecciones y museos en el mundo.
Pero... ¿qué es?
¿La tallaron para asustar a los niños? ¿Para representar a un sacerdote disfrazado? ¿Para ilustrar el momento culminante de una historia mítica o religiosa o tenebrosa que contaban los wari en las noches sin luna? No sabemos nada de eso... La teoría decía que este tipo de objetos servían para guardar cal (útil para los procesos de masticación de coca) como objetos de caracaterísticas similares halladas por los arqueólogos como ofrendas en las tumbas del mauseleo del Castillo de Huarmey. Pero los análisis químicos no encontraron restos de cal. En cambio se encontró que su interior estaba lleno de cinabrio (sulfuro de mercurio) un mineral tóxico que los antiguos peruanos usaban para teñir el cuerpo de los muertos, para así retrasar su descomposición. El rojo de nuestro Sacrificador se debe al cinabrio y no a la sangre.
Alguna vez tuvo una tapa (que ha desaparecido) sobre la coronilla. En todo caso, las huellas de desgaste en esa zona sugieren un uso reiterado del envase lo que permite especular que, antes de ser una ofrenda (pues no se duda de que se encontró enterrado, aunque no se sabe si en una tumba o en un pozo de ofrendas) fue un objeto con uso práctico en el día a día, quizá asociado a una persona relacionada con ritos funerarios (¿un enterrador? ¿un sacerdote?) Las pequeñas dimensiones (mide solo 11 cm de alto) de la pieza, y su reducido peso, la hacían sin duda fácilmente transportable.
Algunas ideas
Hasta aquí lo que los arqueólogos y científicos han concluido, hasta ahora sobre esta pieza. Si lo permiten los lectores, ¿podemos ahora espcular un poco? (Spoiler: el siguiente párrafo no contiene información comprobable)
Si representa un acto "real" quizá deberíamos pensar en un sacrificio infantil y el ejecutor, en ese caso, sería un adulto que lleva la inmensa máscara de cabeza de felino, lo que explicaría no solo la diversidad de proporciones, sino el hecho de que las cabezas colgadas a los lados de la figura sean más grandes que la cabeza del "niño" a punto de ser sacrificado (los primeros serían, en tal caso, cabezas de adultos).
Pero si representa una escena alegórica/fantástica y estuvo en manos de alguien relacionado con los rituales funerarios (por el cinabrio)
quizá podríamos relacionarla con una entidad vinculada con el "proceso de morir". El personaje mayor podría ser algún tipo de ser sobenatural (¿un dios? ¿la muerte?) que "se lleva" a los muertos consigo. Por eso tiene "partes" de muertos pegados a la ropa. La acción representada en la imagen, es decir, el acto de cortar el cuello, no sería entonces algo necesariamente realista y violento sino, quizá, una metáfora mítica del momento de la muerte.
La pieza llegó al Museo de Arte de Cleveland por la la donación de un coleccionista a principios del siglo. Su origen arqueológico es desconocido, aunque la conservación de la madera permite inferir que se recuperó en algún contexto saqueado de la costa sur del Perú o incluso del extremo norte de Chile.
La pieza llegó al Museo de Arte de Cleveland por la la donación de un coleccionista a principios del siglo. Su origen arqueológico es desconocido, aunque la conservación de la madera permite inferir que se recuperó en algún contexto saqueado de la costa sur del Perú o incluso del extremo norte de Chile.
Fuentes:
- Manzanilla, L., & Woodard, E. (1990). Restos Humanos Asociados a la Pirámide de Akapana (Tiwanaku, Bolivia). Latin American Antiquity, 1(2), 133-149.
- Patrycja Prządka-Giersz, 2014, Ajuar personal: las mujeres de la élite wari y su atuendo, in: Castillo de Huarmey. El mausoleo imperial wari, edited by Miłosz Giersz and Cecilia Pardo, Museo de Arte de Lima, Lima.
- Ficha de la pieza en el Museo de Arte de Cleveland: https://www.clevelandart.org/art/2007.193
www.antiguoperu.com
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