Los gigantes de Conchucos

Primer plano de una de las cabezas de piedra que se conserva en el Museo Nacional Chavín

Ya habían pasado 10 años desde el fin de la resistencia inca. El antiguo Tahuantinsuyo estaba sumido en un lento proceso de transformación política, en medio de las luchas intestinas de los nuevos dirigentes españoles. La mayoría de los pueblos andinos conservaba sus hábitos y costumbres tradicionales, pese a los entonces tímidos esfuerzos del cristianismo por abrirse paso entre quienes veneraban a la Pachamama y a las huacas. Por ese entonces, el soldado Pedro Cieza de León , que combatía en el ejército "pacificador" de Pedro de la Gasca, recorría los Andes Centrales anotando todo aquello que le parecía interesante (o, como decia él, "muy de ver"), entrevistando a los naturales para tratar de comprender cómo era esa parte del mundo antes de la caída del imperio. A su paso por el ancho camino empedrado que unía Huamachuco (La Libertad) con Hatun Xauxa (Jauja), pasó por el Callejón de Conchucos (un valle encerrado entre montañas, en Ancash) y escribió lo siguiente:

Entre los aposentos antiguos se ve una fortaleza grande o antigualla y por muchas partes della están figurados rostros y talles humanos, todo primísimamente obrado: y dicen algunos indios (...) que antiguamente, mucho tiempo antes que los ingas reinasen, hubo en aquellas partes hombres a manera de gigantes, tan crecidos como los mostraban las figuras que estaban esculpidas en las piedras: y que con el tiempo y con la guerra grande que tuvieron con los que agora son señores de aquellos campos, se disminuyeron y perdieron, sin haber quedado dellos otra memoria que las piedras y cimiento que he contado".[Crónica del Perú, 1553]
vista general del llamado Templo Nuevo de Chavín de Huántar, desde la Plaza Ceremonial. Antiguamente todo el perímetro de las paredes de este templo tenía cabezas clavas de piedra.  Foto: Wikimedia Commons

Es muy probable que Cieza se refiriera a las cabezas de piedra que sobresalían de las paredes de lo que hoy llamamos "Templo Nuevo" de Chavín de Huántar, si bien viajeros posteriores no mencionaron las cabezas (probablemente por estar cubiertas por los frecuentes deslizamientos de tierra de la región). Aunque lo parece, no hay exageración en el uso de la palabra "gigantes". Las cabezas son del tamaño de torsos humanos.
 
Sin embargo, no hay descripciones de ellas hasta muchísimo tiempo después, cuando Julio C. Tello hizo excavaciones en la esquina suroeste del edificio y encontró a tres de estas cabezas en su sitio y dos caídas. Cada una se prolongaba, detrás de la nuca, en una larga espiga o clavo que iba insertado en un agujero ad hoc en la pared, a manera de repisa, que la mantenía suspendida. Hoy, solo queda una completa en su sitio (aunque aún está un pequeño fragmento de otra, con su clavo intacto todainsertado en la pared). Pero en los alrededores se han encontrado decenas de ellas que, o bien fueron desprediéndose por el deterioro progresivo del edificio (que, si no lo hemos dicho, tiene al menos... ¡2500 años de antigüedad!), por la mano destructora del hombre y por el aún más poderoso castigo de la naturaleza que, con sus aludes frecuentes, ha sepultado en más de una ocasión el monumento y arrancado, probadamente, una de las cabezas que Tello descubrió (en el aluvión de 1945 que cayó en Chavín y mató a 300 personas) y que puede verse, aún en su sitio, en la parte inferior derecha de la siguiente fotografía.


Trabajos de excavación en Chavín antes de 1945. Nótese en la esquina inferior derecha, debajo de una tela negra, la cabeza clava hoy desaparecida. La que está en el centro de la imagen se conserva en su sitio hasta hoy. Foto: Museo de Arqueología de la Universidad Mayor de San Marcos


Durante sus trabajos de campo en Chavín, Tello ordenó reunir las muchas cabezas de piedra que se habían encontrado en los alrededores, en sus propias excavaciones (cerca del muro) y en las manos de algunos vecinos del pueblo moderno de Chavín que las tenían en su poder y que accedieron a entregárselas. Se reunieron unas 42. Con buen criterio, decidió reunirlas en un improvisado museo de sitio que instaló en las mismas ruinas donde se exhibieron por algunas décadas. Esta es una foto tomada en ese entonces. Nótese la relación de tamaños entre las testas humanas y las de piedra.


Del archivo de foto Palacios, varias cabezas clavas y otros monolitos chavín reunidos frente a viviendas del pueblo de Chavín. Fueron trasladadas al antiguo museo de sitio que instaló Tello. Nótese las proporciones humanas junto con las de las cabezas de piedra. 

 
Pero en el ya mencionado aluvión del 45, el improvisado museo de sitio de Tello fue arrasado y casi todas las cabezas de los gigantes, cuidadosamente rescatadas, desaparecieron. Durante las décadas siguientes se encontraron algunas pocas entre los sedimientos dejados por la tragedia, pero puede que la mayoría se haya perdido para siempre. 
 
Décadas después, Luis Lumbreras encontró otras cabezas en sus excavaciones alrededor de la plaza circular. En la década de 2010, John Rick y Christian Mesía dieron con otras dos que habían sido usadas como parte de los muros de edificios que habían sido construidos en la zona luego de la decadencia del templo. Si bien no ha podido establecerse la ubicación original de estas piedras, casi nadie duda que estuieron distribuidas en los muros del templo, a distancias probablemente similares y suspendidas, al menos, a dos metros y medio sobre el suelo original.
 

Una de las cabezas desenterradas en 2013 por las excavaciones dirigidas por John Rick en Chavín. Nótese el largo  del apéndice rectangular con el que se aseguraba al muro donde originalmente estuvo.   


 
¿Servían estas cabezas para algún propósito práctico? Estaban ubicadas a casi dos metros y medio sobre el suelo así que queda claro que no estaban diseñadas para ser tocadas por los antiguos visitantes de Chavín. Federico Kauffman, usando un dibujo colonial de Guaman Poma como indicio, ha propuesto que podría haber sido usada para colgar condenados.  

Fragmento de la imagen de Guaman Poma aludida. Nótese la cabeza clava de la que cuelga el ahorcado.
El dibujo en realidad no se refiere a Chavín, sino al ahorcamiento de un curaca por un corregidor colonial en el sur del Perú pero claramente cuelga de un monolito similar a una cabeza clava. digamos que es, como mínimo, una conjetura factible, pero no hay nada que indique que era una costumbre del Antiguo Perú.

¿Son entonces las cabezas meros elementos decorativos? Y en ese caso, ¿qué representaban? Si bien la mayoría tienen claros rasgos humanos hay muchas otras que mezclan lo humano y lo animal, como bocas con colmillos enormes o serpientes que se desplazan por los rostros, mezclas comunes en el complejo arte chavín. 

No hay dos cabezas iguales.... pero todas tienen algo en común: Los ojos muy abiertos y las pupilas agrandadas, lo que hace creer a algunos investigadores (la antropóloga Alana Cordy Collins, por ejemplo) que representan a personas que han consumido sustancias narcóticas (como el cactus San Pedro, que contiene mezcalina, una sustancia que está relacionada con los rituales que se realizaban dentro del templo). Federico Kauffman, en cambio, cree que esos grandes son una manera de representar la mirada fija y escrutadora de las aves, como si las cabezas en torno al templo pudieran "¨ver todo" lo que hacen las personas que están afuera. Más recientemente, se ha difundido la idea de que, en conjunto, algunas representan escenas completas, de transformación de individuos humanos en seres fantásticos (¿dioses? ¿personas en un nivel superior de consciencia?), y que esa transformación podía constatarse mirándolas en un orden "narrativo" sucesivo.

Tres de las cabezas expuestas en el Museo Nacional Chavin. (Foto : http://theappendix.net/)

De cualquier modo, es muy difícil adentrarse en la mentalidad del pueblo que construyó este lugar hace 2500 años y que no dejó registros escritos, por lo que posiblemente nunca sabremos qué representan estas grandes piedras talladas. Pero sí podemos saber "para qué". Si las cabezas tenían algún "mensaje" que transmitir éste no estaba destinado para los dioses ni para unos pocos elegidos: eran un mensaje para grandes multitudes. En efecto, la enorme plaza ceremonial de Chavín, con verdaderas tribunas a su alrededor, los pozos llenos de ofrendas que han encontrado los arqueólogos en la zona  (donde hay objetos que han sido traídos de todos los rincones del Perú e incluso de Ecuador, lo que significa que había mucha gente que recorría grandes distancias sólo para llegar hasta Chavín) y el inmenso trabajo que supuso la construcción de un monumento alto y tan ricamente decorado por fuera (aunque hoy quede muy poco de esa decoración) nos dice con claridad que Chavín fue hecho para impactar a sus visitantes. No es raro por eso que 2000 años después de su construcción los pobladores del lugar le dijeran a  Cieza que habían sido gigantes los que lo habían construido.  Y no es raro, tampoco, que, algunos años después de la visita de Cieza, otro cronista español que andaba por la zona de Conchucos, el fraile Antonio Vásquez de Espinoza, escribiera la siguiente descripción, completamente corroborada por la arqueología moderna: 

Junto a este pueblo de Chavin hay un gran edificio de piedras muy labradas de notable grandeza: era ¨guaca¨ y santuario de los más famosos de los gentiles, como entre nosotros Roma y Jerusalén adonde venían los indios a ofrecer y hacer sus sacrificios porque el demonio de este lugar les declaraba muchos oráculos y así acudían de todo el reino.
Habían pasado 15  siglos desde que el templo había sido abandonado, pero los pobladores locales todavía sabían que Chavín era un sitio de peregrinación. Una fama que dura quince siglos, en un mundo sin escritura, era una fama, ciertamente, gigante. Los informantes de Cieza no estaban tan equivocados.




Pablo Ignacio Chacón
www.antiguoperu.com

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