Seis Guardianes Desnudos
Dos de los ídolos. Foto tomada del website del Servicio Nacional de Areas Naturales Protegidas del Perú. |
Escondida en la selva del Parque Nacional Río Abiseo hay una pared rocosa. Junto a ella hay cinco pequeñas torres de piedra que parecen amontonadas. Colgando de las cornisas de una de ellas hay seis hombrecitos de madera, desnudos, que "protegen " el lugar de los intrusos.
A los macheteros que acompañaron la primera expedición científica al lugar (1980) les pareció divertido que estos personajes tuvieran los genitales expuestos y los bautizaron con el nombre con el que la arqueología los conoce hasta el día de hoy: los Pinchudos.
Cada uno de ellos (en la primera imagen se ven dos) se compone de dos piezas, que originalmente formaban parte de un mismo tronco, talladas hasta quedar unidas como los eslabones de una cadena. La primera pieza sirve de viga y va empotrada en la estructura de piedra. La segunda es el personaje tallado.
Alguna vez estuvieron barnizados con capas de pigmento y arcilla blanca. No sólo para decorarlos, sino para protegerlos contra la humedad de la jungla, que suele destruir los objetos de madera en pocos años. Pero hace tiempo que el pigmento ha desaparecido y las estatuas llevan cinco siglos en el mismo lugar.... ¿Cómo se han conservado entonces? Sus creadores, los chachapoyas sureños, tenían sus trucos para conseguirlo.
Conocidos como los guerreros de las nubes, los chachapoyas fueron grandes enemigos de los incas que invadieron la zona norte en tiempo de Tupac Yupanqui. (1460-93). Pero lograron independizarse y Huayna Cápac volvió a someterlos, con grandes dificultades, a principios de 1500. Cuando llegaron los conquistadores españoles se cobraron la revancha, ofreciéndoles su alianza y guerreros, y marcharon junto con ellos hasta la capital del imperio que tomaron (junto a los otros aliados de Pizarro, los huancas y cañares) en 1534.
Pero los chachas tenían muchas cosas en común con sus enemigos incas y una de ellas era la necesidad de conservar los cuerpos de sus difuntos de la mejor manera posible, porque así lo ordenaban sus ritos y creencias. Pero en la región donde vivían no existían las secas arenas de los costeños ni las secas y frías punas de los serranos para momificar sus cuerpos. Vivían en una zona con un régimen de lluvias abrumador que destruía la materia orgánica muerta muy rápidamente. Por eso buscaban las oquedades existentes en grandes paredes de piedra natural y construían allí sus mausoleos de piedra, sus chulpas, las mismas pequeñas torres de las que hablábamos al principio. Así la pared de roca, ofrecía un techo natural contra la lluvia y, dado que no crecían plantas en ellas, se mantenían secas. Las momias que iban dentro de las tumbas estaban colocadas sobre una tarima de madera que las separaba del eventual suelo mojado. Y la ubicación de toda la estructura se decidía tomando en cuenta las corrientes de aire, para que el lugar esté siempre ventilado y refrescado. Construían así pequeños microclimas, poco húmedos y algo más fríos que el entorno.
Vista general de la chulpa que exhibe a los pinchudos. Foto tomada de peruatravel.com |
Esas precauciones, tomadas inicialmente para conservar las momias, ayudaron a mantener intactos a los Pinchudos... Pero las momias que ellos custodiaban no se conservaron. No fue la humedad: Los saqueadores de tumbas se llevaron todas las que había dentro en algún momento antes de 1980.
También se llevaron a uno de los Pinchudos (originalmente eran siete), cortando a machetazos una de las vigas de madera que lo sostenía. Esta pieza "reapareció" años después en la Municipalidad de Pataz, algunos dicen que por la mala suerte que le trajo al anónimo huaquero, que se vio obligado a devolverlo, arrepentido. Si bien existen dudas de que se trate de la pieza original los patacinos prefieren creer que sí lo es. Es mejor así: Que se sepa por ahí que los Pinchudos se hacen respetar, a ver sí así los saqueadores aprenden a respetar a sus ancestros.
Notas al margen
- El conjunto de los Pinchudos está en el Parque Nacional Río Abiseo, en la región San Martín.
- El descubridor del lugar fue el campesino Campos Escobedo, oriundo de Pataz, La Libertad, habitual punto de partida para las expediciones a esta región
- La primera misión arqueológica que trabajó allí fue la del Proyecto Antisuyo dirigida por Federico Kauffmann Doig en 1980.
- Existen abundantes mausoleos chachapoyas como Karajía, Laguna de los cóndores o Revash pero ninguno de ellos tiene tallas de madera tan elaboradas aunque sí conservaron de manera admirable muchas de las momias que los chachas colocaron en ellos.
Pablo Chacón B. - 2014
www.antiguoperu.com
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